Karla de Lara, la artista del hiperrealismo pop que busca conquistar el mercado asiático

“Creo que me falta en la vida tiempo para pintar todo lo que quiero pintar”. Lo dice la artista Karla de Lara en un documental muy personal que comparte en su canal de YouTube. Nacida en Guadalajara, México, define su arte como pop hiperrealista y, desde 2018, luego de ser distinguida en la Bienal de las Naciones que se llevó a cabo en la Scuola Grande della Misericordia, en Venecia (no confundir con la Bienal de Arte de Venecia), sus trabajos despiertan interés en públicos muy específicos.

En 2018, tras recibir aquel reconocimiento, la artista escribió en su sitio web: “Todos nosotros, desde niños, dibujamos en pequeños pedazos de papel nuestros sueños, pero solo aquellos que al crecer seguimos pintando nuestros sueños logramos hacerlos realidad. Es posible lograr todo lo que nos proponemos. Quiero dedicarle este premio a México, porque desde pequeños nos prepara para vencer obstáculos, para trepar muros, para derribar barreras, para cruzar océanos y para nunca rendirnos”.

La artista y su marido, Juan Carlos Fernández de Lara, empresario publicista y “representante”, estuvieron en Buenos Aires en un primer viaje de aproximación de su obra al mercado argentino. Tuvieron encuentros en galerías de arte y en un reconocido museo privado con el propósito de difundir el arte de la tapatía, como se llama a los nacidos en el estado de Jalisco, México.

Este año, Karla de Lara presentó cinco obras de gran porte en la feria de arte de Beijing y ya cerró un acuerdo para volver con una muestra individual a Shanghai el año próximo. Su meta hoy es el mercado asiático.

Durante la charla con Clarín, la artista mexicana hace un repaso de su vida y su destino en el arte. No mencionamos durante el diálogo que, en los buscadores de internet, su nombre aparece vinculado al presunto plagio de obras de otros artistas, hace una década. Las pocas veces que ha respondido sobre ello, Karla de Lara habla de “apropiación, de un proceso artístico que toma elementos ya existentes de otras obras para crear una nueva”. Una cuestión controversial, tanto en el arte como en la literatura, por la delgada frontera que existe con el plagio.

En 1999, Karla de Lara –de 53 años– cerró su agencia de diseño y se lanzó de lleno al arte. Comenzó trabajando con resina y creando piezas decorativas. Fue en 2003 cuando se volcó definitivamente a pintar y más tarde patentó una técnica pictórica que se llama De Lara, que consiste en mezclar cera con tinta.

Sus trabajos en color son densos en pigmentos y atractivos visualmente. Nos cuenta de este modo su paso del pop al hiperrealismo pop: “El pop me resultaba técnicamente fácil de ejecutar. Empecé entonces a explorar. Me gusta cambiar constantemente. Por eso tengo distintos estilos. Con el pop decidí llevarlo a grados de destreza técnica mayor, hasta llegar a un punto en que, al ver mis cuadros a distancia y en fotografías, parecían realistas. Avancé a puntos de mayor realismo”.

Dice la artista mexicana que fue durante su paso por Venecia que le quedó el sello de “hiperrealismo pop” a su obra.

La obra de Karla se ha expuesto en el Museo de Arte Contemporáneo MACRO, de Roma, pintando en vivo. Y en 2019 el Museo Nacional de Historia de México le comisionó una obra para el aniversario de la institución, actualmente en el Castillo de Chapultepec. Desde 1972 el Museo no comisionaba una obra.

Sus trabajos abarcan esculturas, pinturas y objetos. Sus comienzos fueron con la acuarela, que pronto dejó porque “los efectos que conseguía eran efímeros aunque me gustaban muchísimo. Hice luego muchos experimentos y sigo en ello. De a poco fui llegando a una técnica a base de cera y tinta, que deja súper brillantes a los cuadros de colores, que parecen que van a explotar. Me considero una colorista. Haber inventado esta técnica ha sido un detonante en mi carrera”, nos comenta.

Además de sus obras en color, están las que pinta en claroscuros. “Son momentos diferentes de mi alma. Pinto a todo color o en grises. Tiene que ver con mis emociones”.

Le consultamos, a partir de la información disponible que indica que sus trabajos están tanto en el mercado estadounidense como en el europeo y el asiático, cuáles son las preferencias particulares de cada una de esas regiones. La artista dice que “los europeos se inclinan más por las pinturas en blanco y negro. A los norteamericanos y a los asiáticos les gusta mucho el color. En Beijing estuve con cinco obras grandes. Una de ellas fue una Catrina china (figura emblemática del Día de Muertos en México). Pero además tengo una serie que se llama Estudios de Arte de diferentes artistas. Van Gogh es uno de mis artistas favoritos. Me meto en su imaginario y hago una reinterpretación de sus obras”.

Dice Karla de Lara que toma un elemento de la obra del artista seleccionado y le crea un entorno diferente, “metida en su mundo. Algo que él pintó en un cuadro yo lo convierto en el escenario y trabajo su iconografía con elementos nuevos”, subraya.

Concluidos sus estudios en la Universidad de Guadalajara, la artista tapatía viajó por varios meses a Europa y fue en Florencia donde decidió quedarse para sumergirse en el gran arte renacentista florentino. Allí descubrió las maravillas de Miguel Ángel, Botticelli, Rafael, Caravaggio y Da Vinci, entre los tesoros de la ciudad que es en sí otra obra de arte.

“Creo que uno nace artista. Siempre tuve facilidad para el dibujo, aunque no pensé en ser artista desde niña, por lo que decidí estudiar diseño gráfico e industrial. Más bien tomaba las clases de pintura y dibujo como un espacio de fuga, de comunicación, donde volcar mis emociones. Para mí fue terapia toda mi vida. Estudié en Florencia, incluso tomé cursos de restauración. Fueron años de absorción artística”, nos cuenta. Su técnica es dibujar en blanco y negro perfilando lo que será el bosquejo con cera y tinta.

Su obra va de la “reinterpretación” de joyas como «Las meninas», de Velázquez, hasta obras de las surrealistas Remedios Varo y Leonora Carrington, que también cita como referencias de su obra, a quienes suma a Clemente Orozco.

Karla de Lara se refiere a su marido, presente en la charla y con participación activa, como “un vendedor nato como lo fue su padre”. Y nos dice que Juan Carlos Fernández de Lara siempre la ha visto “como un producto, que para mí es una forma de evolucionar, aunque mi marido ve allí una oportunidad en el mercado del arte”. Interviene el representante y reafirma que “cuando un artista sale al mundo se convierte en un producto”.

Más allá del mercado del arte, la artista mexicana dice que pinta de acuerdo con sus emociones, sin perjuicio de comprender que no quiere hacerlo “por amor al arte”, sino que se propuso hacer una carrera en el arte. Esa carrera que está tejiendo en el exterior, con 450 exposiciones en 38 países y su ingreso reciente en el mercado chino.