La noticia de la muerte de Roberto Giordano, uno de los peluqueros más reconocidos de Argentina, marcó el final de una era en el mundo de la moda y la farándula. El estilista falleció a los 79 años en el Sanatorio Mater Dei de Palermo, durante una cirugía de reemplazo de marcapasos, y dejó un legado que trasciende peinados y pasarelas. Su influencia moldeó una generación de desfiles inolvidables en los años 90, donde el glamour y las estrellas eran protagonistas de una época irrepetible. Y el dolor por su partida es tan grande como el brillo que acompañó a su carrera.
El mediodía del sábado, colegas, amigos y compañeros de todos estos años se congregaron en el crematorio del Cementerio de Chacarita para darle el último adiós al estilista. Entre los presentes estuvieron su esposa Mirta Almirón y modelos históricas como Valeria Mazza con su marido Alejandro Gravier, Teté Coustarot, Teresa Calandra y Evelyn Scheild, el diseñador Benito Fernández y el estilista Rubén Orlando.
Sus seres queridos llevaron sus restos en un ataúd adornado por una corona de flores y una camiseta de Boca Juniors, el club de sus amores, para coronar una jornada triste, que amaneció nublada, pero terminó a pleno sol. Para que su recuerdo brille hasta la eternidad.
Porque si una palabra define la trayectoria de Roberto Giordano, esa fue “glamour”. Durante los años 90, el estilista no solo peinaba a las estrellas, sino que diseñaba escenarios donde el lujo y la moda convergían en desfiles inolvidables. Punta del Este, Mar del Plata y Pinamar fueron testigos de su capacidad para reunir a las mujeres más bellas del momento junto a figuras internacionales como Sofía Loren, Alain Delon, Robert De Niro y Jean-Claude Van Damme. Su estilo inconfundible y su lema se convirtieron en sinónimo de sofisticación en el mundo del espectáculo argentino e internacional. Personalidades icónicas como Diego Maradona, Susana Giménez y Mirtha Legrand formaban eventualmente parte de los eventos que consolidaron a Giordano como un referente de estilo y creatividad.
Aunque su nombre era sinónimo de lujo y éxito, la vida de Roberto Giordano también estuvo marcada por dificultades legales que afectaron su trayectoria. En 2009, la jueza Julia Villanueva declaró la quiebra de su empresa tras demandas de acreedores, incluyendo a la AFIP y sindicatos del sector de la peluquería. A esta crisis se sumaron investigaciones por evasión fiscal y facturación en negro que dañaron significativamente su reputación.
En mayo de este año, Giordano fue condenado a tres años de prisión por insolvencia fraudulenta, tras admitir haber ocultado bienes a la justicia. Esta causa consolidó su declive empresarial, que había comenzado con la pérdida de su red de franquicias y la intervención judicial de sus negocios. A pesar de ello, nunca dejó de identificarse con el “glamour” que había construido en sus días de apogeo, manteniendo una conexión especial con su público y las figuras que trabajaron a su lado
En sus últimos años, Giordano había elegido establecerse en Uruguay, país donde encontró serenidad después de su retiro del foco mediático. Desde su hogar en Punta del Este, junto a su esposa Silvia, su hijo Luciano y sus nietas, vivió una vida marcada por la tranquilidad. Durante la pandemia, reinventó su carrera impartiendo clases de peluquería por Zoom, una actividad que le permitió mantener el contacto con su pasión. Además, se dedicó a colaborar en comedores comunitarios, mostrando una faceta solidaria que acompañó a la figura del estilista célebre.
Fotos: RS Fotos