El perfume. Eso es lo primero que sentís y te llama la atención, te atrapa, apenas traspasás el umbral de Azur Hotel & Spa, un hotel escondido en un antiguo edificio del centro de la ciudad de Córdoba.
Cuando el ascensor te deja en el lobby y recepción, el mundo exterior desaparece y se despliega un lugar inimaginable desde la estrecha vereda.
El hotel se desarrolló en un edificio histórico de 1915 y es parte del patrimonio de la ciudad. Esto hace que todos los espacios, desde el ingreso hasta la terraza, mezclen la estructura antigua y el confort moderno de una manera única y muy atractiva.
Cada espacio parece guardar una historia, algo para contar. Solo tiene 16 habitaciones, ninguna igual a la otra (imperdible la Suite Azur, con patio privado, un jacuzzi enorme, vestidor y escritorios de trabajo, etc.), y los detalles para prestar atención abundan.
Por ejemplo, en cada habitación hay un kit de mate con yerba que es un blend especialmente preparado para el hotel y traído desde Oberá (Misiones). Tienen menú de almohadas y productos de baño orgánicos de fabricación local. Por la noche, te dejan una bolsita aromática junto a la cama: «Esta bolsita contiene lavanda orgánica de nuestras sierras. Colocala dentro de la almohada y te ayudará a descansar mejor«.
Otros espacios para conocer son la terraza -o rooftop- con una piscina y un gimnasio, y un restaurante que enamora. Todo lo que se puede cocinar en el hotel, se hace (incluyendo salsas y aderezos, por ejemplo); y priorizan lo orgánico poniendo en primer plano la producción de cercanía.
Esto de ser un restaurante de km 0 -máxima calidad, ingredientes de procedencia local- no es un simple slogan. Es algo que se puede ver, sentir y degustar claramente en La Despensa de Azur, donde el despliegue en la mesa y las estanterías que dan forma a “la despensa” son una muestra de la riqueza productiva de la provincia: el maní cordobés, la miel de San Marcos Sierras, los salames de Oncativo y Colonia Caroya, las aceitunas de Cruz del Eje o la leche de las vacas Jersey de Los Cocos.
En la cocina, Agostina Codes Saldívar trabaja con recetas locales y tradicionales en versión propia, y poniendo a la provincia de Córdoba en el centro de la escena. Los valles, las sierras, los arroyos están presentes en cada bocado (y, claro, en cada sorbo de vino).
Sea para desayunar -la granola que preparan es una cosa de locos, lo mismo que el yogur casero por mencionar solo una ínfima parte de lo que ofrecen-, almorzar o cenar, cada momento es la posibilidad de dejarse llevar por aromas, sabores y texturas.
Imaginate si además, sumás una degustación guiada de quesos y vinos. Nos tocaron productos de la alquería Santa Olalla y, siguiendo las explicaciones de José, el dueño, vamos del queso más suave (un queso crema) a los más intensos, como el Persillé (su queso azul), y el paladar es una fiesta.
“Algo dulce ayuda cuando el queso es muy intenso”, avisa José y la miel llega justo para impulsar algunos sabores.
Había una vez en 1915
Cuentan que todos los viajeros que llegaban y salían de Córdoba lo hacían por la calle San Jerónimo -donde está ubicado el hotel Azur- que conectaba la estación de tren con la plaza principal.
Este edificio fue construido en 1915 por la familia Crespo para vivienda familiar y también como local comercial donde se instaló su famosa talabartería. Pero hubo muchos cambios, personas, emprendimientos y usos antes de llegar al hotel que vemos hoy.
En 1930, en manos de una droguería, tuvo un laboratorio en el subsuelo y también allí funcionó el famoso restaurante Il pappagallo di Bologna, donde todos llegaban para pedir las famosas ranas a la provenzal, además de ser lugar de reunión de varios personajes que protagonizaron la Reforma Universitaria de 1918
A mediados de los 40 funcionó como anexo del colegio Deán Funes donde Ernesto Che Guevara cursó un año. Como el edificio actual mantiene varios materiales y detalles históricos, aún se puede ver en varias puertas la chapita con un número que identificaba cada aula (y que hoy son habitaciones).
En los años 80 convivieron el boliche Africa Dance y una escuela de computación dirigida por religiosas, mientras que en los 90 alojó un restaurante chino y la bailanta Jerónimo Bailable: La Mona Jiménez y Rodrigo Bueno estuvieron allí.
La historia del hotel arranca en 2003 con la adquisición del edificio -estaba en ruinas- y tras varios años en obras abrió sus puertas a los huéspedes.
La joya oculta y subterránea
“Creemos que una verdadera experiencia es estar conscientemente inmerso en un lugar, un viaje, un momento. Y tener conocimiento de los vestigios de la casa donde hoy funciona Azur es parte de la experiencia real y auténtica”, se lee en un libro con la historia del lugar.
Bajamos hasta el subsuelo envueltos en una bata mullida, con malla y ojotas. Cuando se abre la puerta del ascensor nos envuelve un ambiente dominado por luces tenues, velas, música suave, el sonido del agua, aromas agradables, sensación de calma y relax.
Estamos en los famosos Baños de Azur, inaugurados a fines de 2020: la propuesta resultó elegida en 2023 como la mejor experiencia de spa de Latinoamérica por los World Luxury Awards.
Como todo circuito, hay varias etapas, cada una con sus características y con aguas con distintos efectos, presiones y temperaturas.
Cada estación cuenta con un botón de inicio y un temporizador que marca el momento en que hay que dar por terminada la etapa y pasar a la siguiente propuesta: arrancamos por las piscinas que ofrecen una primera limpieza corporal.
Tras completar el circuito que incluye una piscina fría, frotarse con hielo granizado, un sauna húmedo, duchas cuyos chorros varían en intensidad y temperatura, y otras piscinas, llega el cierre en una sala en penumbras, con reposeras de mármol, una bebida detox y unos bocaditos.
Al activar la palanca, se inicia una obra el artista Santiago Viale y el arquitecto Diego Nievas que produce reflejos, luces y sombras en el ambiente calmo.
Una voz suave nos recuerda que la experiencia ha llegado a su fin. Cuerpo y alma, agradecidos.
Cómo llegar a la ciudad de Córdoba
Varias aerolíneas vuelan hasta Córdoba capital. El pasaje ida y vuelta en la low cost JetSmart cuesta desde 75.518 pesos para fines de noviembre, con bolso de mano, saliendo y regresando a Aeroparque. Si se quiere viajar con carry on y/o equipaje facturado en bodega, cuesta 135.166 pesos.
La aerolínea opera actualmente en la Argentina con Airbus A320, que se destacan por su eficiencia en el consumo de combustible y su tecnología avanzada.
JetSmart ha sido reconocida con el Skytrax a la mejor aerolínea low cost de Sudamérica en 2021 y 2023.
Su alianza con American Airlines y la acumulación de millas en el programa AAdvantage permite ampliar su red de rutas y fortalece la propuesta de valor para los pasajeros.
Informes y reservas: www.jetsmart.com
Cuánto cuesta alojarse en Azur Hotel & Spa
Tarifas desde 80.000 pesos por persona en habitación doble. Reservas e informes: WhatsApp +54 351 3479119; en la web azurrealhotel.com